Por desgracia, este invierno habrá millones de familias refugiándose del frío y del hambre en distintas partes del mundo. Huyen de la guerra, de la intolerancia de gobiernos y pueblos, desplazados de sus hogares, olvidados de casi todos. En Palestina, donde tiene lugar esta historia universal de hace más de dos mil años, también está ocurriendo ahora mismo.
Os dejamos esta carta del Mago de Oriente Baltasar, por si así pudiéramos despertar nuestras conciencias sobre lo realmente importante. Creo que este era originariamente el objetivo de este relato, enterrado entre cabalgatas, reyes de lujosos y coloridos ropajes, caramelos y un consumismo desenfrenado y compulsivo. Podríamos hacer entre todos una reflexión sobre lo importante y lo accesorio e inútil.
Damos la palabra a los Reyes o Magos de Oriente al mundo.
Rey y Mago Baltasar en nombre de los tres Reyes de Oriente.
"Querido Fran, nos ponemos en contacto con usted para que se haga eco de esta carta que enviamos a todos los que escuchen vuestra radio. Los Reyes Magos lo sabemos todo, y conocemos que en la Cadena Ser hay un Espacio de Encuentro donde ayudan, orientan y acogen los problemas de los inmigrantes y refugiados que vienen de tierras lejanas, como nosotros.
En estas fechas, todos los niños y no tan niños nos envían cartas solicitándonos sus regalos y nosotros las leemos todas.
Hoy somos nosotros, los Reyes de Oriente, quienes hemos hecho una carta para pedir un solo regalo. Es un regalo muy valioso, pero que está al alcance de cualquiera que quiera hacerlo de corazón.
Hace muchos años, viajamos a tierras extrañas, atravesamos montañas, ríos, desiertos y mares, como muchos extranjeros hacen hoy para llegar a vuestras tierras.
Leímos en las estrellas que la profecía de la venida del mismísimo hijo de Dios se cumpliría en Palestina, en la ciudad llamada Belén.
Cuál fue nuestra sorpresa, cuando encontramos el lugar y la familia que traería al mundo al hijo de Dios. No habitaban en ninguna mansión, en ningún palacio sacerdotal, en ninguna casa, por modesta que fuera. Era una pareja joven que huía de una ley injusta del tirano Herodes. Éste había ordenado asesinar a todos los niños entre 0 y 2 años por miedo a la profecía. El miedo es el padre del odio y la ira.
Se habían refugiado del frio del desierto en un pesebre, un establo donde solo habitaban los animales, un lugar en ruinas apartado de todas las casas de la ciudad. José había llamado a todas las puertas para pedir ayuda y refugio, pues su mujer María estaba a punto de dar a luz.
Nadie les abrió las puertasNadie los quiso escucharNadie les ofreció un techo donde cobijarseNadie compartió su pan o su hoguera para protegerlos del frio
El hijo de un Dios nació abandonado de todos porque era una familia desconocida, extranjeros fuera de su tierra. El miedo hizo el resto. Y los únicos que llevamos presentes al niño dios fuimos nosotros, ironías del destino, también extranjeros en tierra extraña.
Nosotros, sus Majestades de Oriente, pensamos que esto no ocurrió por casualidad. Creemos que el mismo Dios de Israel quería enseñarnos a todos algo. Y también creemos, que si tuviera que volver, escogería también a una familia desprotegida, huyendo de una ley injusta, del hambre o de la guerra.
El único regalo que pedimos a todos los escuchen esta carta de los Reyes Magos de Oriente es que se fijen en la importante lección de esta historia. No tengan miedo, el miedo es el padre del odio y la ira.
Os pedimos que no cerréis vuestras puertas y que abráis vuestros corazones a los demás, aunque no sean ricos, ni importantes, aunque no sean de vuestra tierra o pueblo. Porque, como en esta historia, la familia más extraña a vosotros, la más perdida, la más necesitada, puede que esconda una enorme grandeza y la dejaríais pasar de largo.
Si esta carta llega a los oyentes de la radio y algunos son capaces de apartar el miedo y liberar todo lo bueno que hay en su interior, este sería el mejor de los regalos de reyes para sus Majestades de Oriente.
El valor de este regalo no tiene precio para nosotros, porque las cosas importantes de verdad no lo tienen nunca.
Su Majestad Baltasar, del Antiguo Reino de Etiopía, en nombre de sus Majestades de Oriente a los ciudadanos de occidente y del mundo."
Año 1 de nuestra Era, enero
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